Satanás y el hogar

Resultado de imagen de satanas y el hogar

El primer ataque que lanzó Satanás fue contra el hogar. Invadió el Edén, y llevó al primer marido y a su mujer a caer en la desobediencia y el juicio. Satanás sigue atacando el hogar. Esto no quiere decir que todos los hogares rotos sean obra de Satanás, porque a menudo la carne tiene que ver con tales problemas. Si un cristiano se casa fuera de la voluntad de Dios, el enemigo puede entrar en ese hogar cuando le apetezca. Si uno de los dos miembros de la pareja, o los dos, son demasiado inmaduros para las exigencias del matrimonio, Satanás puede encontrar zonas para lanzar ataques sutiles (o no tan sutiles). Si la pareja no obedece a la Biblia, abandonando a padre y madre, sino que permiten que los padres respectivos interfieran en su vida, Satanás lo tendrá muy fácil para atacar ese matrimonio.


Pero existen algunas áreas específicas de ataque que se mencionan en la Biblia, que deben tener en cuenta los cristianos que se casen.


(1) Satanás enseña una doctrina que prohíbe el matrimonio.
«Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores ya doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse». .. 1 Ti. 4: 1-3
En Mateo 19:12, nuestro Señor deja claro que no todo el mundo tiene por qué casarse. Algunas personas no tienen la posibilidad de hacerlo debido a problemas al nacer, como alguna limitación de índole física. Otras no pueden casarse debido a las responsabilidades que otras personas les han encomendado, y hay otras que no se casan porque así servirán mejor al Señor. (Parece ser que Pablo estaba en esta última categoría.) La soltería es una opción cristiana, pero, para
la mayoría de las personas, el matrimonio es la voluntad de Dios. Sin embargo, el enfoque de Satanás es convencer a la persona de que el matrimonio es pecaminoso. Quiere hacernos
creer que el estado del celibato es más espiritual que el del matrimonio, una idea que es, por supuesto, falsa. Todo ese culto del celibato y la virginidad se basa en esta doctrina. No
cabe duda de que hay personas a las que Dios ha llamado a la soltería; se trata de un don divino (1 Cor. 7:7). Pero debemos estar seguros de que se trata de la voluntad de Dios, no de un engaño de Satanás. Cualquier enseñanza que afirme que la persona soltera disfrutará de mayores virtudes espirituales y bendiciones que la que se casa, proviene del diablo, no de Dios.


(2) Satanás intenta invertir el orden de autoridad en el hogar.
«La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio Porque Adán fue formado primero, después Eva». 1 Ti. 2:11-13
«Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador».
Ef.5:22-23
La autoridad no implica dictadura. La autoridad es el liderazgo en amor. Cristo es Cabeza de la iglesia dentro de una relación viva y amorosa; del mismo modo debería comportarse el marido respecto a su mujer. Por favor, tengamos en cuenta que la sujeción de la mujer no es subyugación. El hombre y la mujer están hechos del mismo material básico, y son uno en Jesucristo (Gá. 3:28). Satanás estuvo a punto de destruir el primer hogar separando a Eva de su marido, en
un momento en que ella necesitaba el liderazgo espiritual de él. Eva obró con independencia de su esposo, llevándole luego a pecar.
Esto no es una sugerencia de que los maridos sean más espirituales que sus esposas. Deberían serlo, dado que deben ser los líderes espirituales del hogar, pero a menudo no lo
son. Pero la mujer más sabia es la cristiana entregada que anima a su esposo a escudriñar la voluntad del Señor, y le ayuda a ser un mejor líder espiritual del hogar.


(3) Satanás desea llevar a maridos y mujeres a la impureza moral. He leído en alguna parte que un cincuenta por ciento de los matrimonios admiten que uno de los dos miembros ha sido infiel al otro. Por lo general, estos asuntos han sido experiencias pasajeras, que no se han vuelto a repetir, pero eran portadores de la semilla de infinidad de problemas dentro del hogar. Es por este motivo por el que Pablo escribió lo siguiente: «En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno
le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal,
y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia». 1 Cor. 7:1-5
De este párrafo extraemos algunos principios importantes. Primero, que el sexo, dentro del matrimonio, no es pecado; tiene que existir un mutuo acuerdo que gobierne la vida
íntima del matrimonio cristiano. No debemos «usarnos» los unos a los otros de una forma egoísta. En segundo lugar, la abstinencia es válida por motivos espirituales, pero no nos
pongamos a tiro de la tentación. Satanás es tan sutil que puede tentar ¡incluso a un cristiano cuando ora! El matrimonio es una forma de contribuir al autocontrol en el campo del sexo.
Desde mi experiencia como predicador, he podido constatar que el marido y la mujer que se respetan mutuamente, y que cumplen con sus deberes conyugales, no se sentirán interesados
por otra mujer u otro hombre. Satanás sabe cuándo una pareja casada se está robando mutuamente, y prepara situaciones extramatrimoniales para gratificar los deseos normales
del cuerpo. Los esposos y esposas que utilizan el sexo como un arma para luchar en lugar de como una herramienta para edificar, están pidiendo a Satanás que arruine su hogar.


(4) Hace que la esposa esté demasiado ocupada fuera del hogar. Según 1 Timoteo 5:9-16, la iglesia primitiva tenía un programa organizado para ayudar a las viudas cristianas. Por supuesto, en aquella época no existían agencias gubernamentales o programas de bienestar social. Pero las viudas tenían que pasar ciertas pruebas antes de que la iglesia las aceptara. Pablo aconseja a las más jóvenes que se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás. 1 Ti. 5: 14-15
La esposa cristiana entregada debería hallar en su hogar gozo y plenitud. Las jóvenes cristianas que no estén interesadas en tener hijos, gobernar su casa y cuidar de sus maridos, no deberían casarse. Lo único que conseguirán es que tanto ellas como sus esposos sean desgraciados. Estamos de acuerdo en que en ciertos casos el marido y la mujer se llevan bien sin tener en cuenta esta instrucción bíblica, pero no puedo evitar pensar que se están perdiendo algo en ese tipo de relación. Sea como fuere, Satanás está ansioso por apartar a la mujer de su casa, y por que tenga excitantes experiencias lejos de su esposo y de su familia. Este tipo de tentación es especialmente peligrosa para la esposa con talento, que dispone de unas capacidades que puede aplicar en el mundo de los negocios. No estoy diciendo que sea malo que una mujer trabaje fuera de casa. Lo que digo es que tanto el marido como la mujer deben estar alerta frente a las tentaciones de Satanás.
Cuando fuera de casa lo pasamos mejor que dentro, podemos estar seguros de que el diablo está obrando para destruir ese matrimonio. Ser marido o mujer, padre o madre es un asunto serio.
Dios considera que el marido es responsable de la espiritualidad de su hogar (lea Ef. 5:18ss). Satanás ataca al marido y padre, intentando que se aparte de la voluntad de Dios. Satanás también ataca a la esposa y madre. Por eso las parejas cristianas deben leer la Palabra y orar, no solo individualmente, sino como familia. Invariablemente, cuando un consejero cristiano se enfrenta a un problema familiar, descubre que los dos miembros han dejado de leer la Biblia y de
orar juntos.
Su hogar necesita las mismas defensas espirituales que usted como individuo: la Palabra inspirada por Dios, la gracia divina impartida, el Espíritu de Dios que mora en nosotros, y al Hijo de Dios, el intercesor.